viernes, 16 de enero de 2009

Fiestas de San Fabián y San Sebatián

La tradición cuenta la temible peste bubónica que afectó al Alto Aragón, se detuvo un 20 de enero, festividad de San Sebastián; por este motivo se le tomó por patrono, abogado de la peste. A San Sebastián se le considera patrón de los mozos, de los soldados y se representa la fiesta con hogueras. El viernes anterior a la fiesta, los mozos y mozas del pueblo saldrían a pedir por las casas cualquier cosa que la bondad de sus inquilinos quisiera ofrecer, una docena de huevos, parte de la matacía de ese año, etc. para sacarlo a subasta el día de la fiesta. La leña de la hoguera actualmente se recolecta unas semanas antes para ahorrar tiempo y prepararla el mismo dia de la fiesta. Antiguamente se saldría a cortar leña el mismo día de la fiesta y se prepararía antes de la misa para que la procesión, a su paso por la plaza, la encontrara ardiendo chispeante. Eran otros tiempos y entonces madrugar no dolía tanto. El fuego es el verdadero protagonistas del invierno; las hogueras son la base sobre la que se apoyan la mayoría de las tradiciones. Culto a través del fuego, para que despierte la primavera y termine el invierno, fuego productor de calor, creador de vida, destrucción y fecundador de la tierra. La misa, siempre a mediodía, está siempre precedida por la procesión de los dos santos por las calles del pueblo acompañados por el intenso sonido de las campanas baldeadas por los no tan mozos del pueblo ya que hacer girar una campana tan pesada subido a un pequeño campanario nunca ha estado exento de peligrosidad. En otros tiempos mas prósperos hubo hasta varias campanas mas pero mis orejas nunca las escucharon. Terminada la misa, Don Jose bendice la torta y el vino que se ofrecerá generosa a los vecinos.

Después de la comida, siempre en casa reuniendo a los familiares a una mesa repleta de comida y vino, comienza la subasta y todos se acercan a la plaza a conseguir un sitio junto al fuego.

Siempre se ha ofrecido vino y torta a los asistentes antes de comenzar. JoseMari Bafaluí tentaba a los pujantes espectadores a subir sus ofertas a gritos desde las escaleras de la Barbería como en su día lo hizo su padre. La noche de fiesta siempre se cerraba con una cena popular. Los vecinos llevaban un mantel grande, y unían las mesas entorno al fuego. Carne a la Brasa y patatas asadas con buen ajaceite casero fue el menú inamovible durante años hasta hace poco, cuando el palabro Catering nos engatuso a todos.

Cuando ha pasado la fuerza del fuego, las cuadrillas de amigos charlan animadamente. Sólo los rescoldos, durante más de una semana, te recuerdan que allí se celebró un año más lafiesta de San Sebastían.

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